Bajo el Volcán, sección Cultural

   Cuernavaca Morelos 2004   Diario de Morelos  (Bajo el Volcán, sección Cultural)

¿PINTURA?  ¿ESCULTURA?  ¿ARTE OBJETO?  ¡NO! LONARIAS DE JOSÉ  LUIS VARTO.

EL ARTISTA

Hace poco menos de un año que José Luis Varto ha asentado sus reales en nuestra bella ciudad capital. Una vez más un artista ?extranjero?, o sea procedente del Distrito Federal, viene a enriquecer el panorama de las artes plásticas morelenses y ¡Que siga la mata dando! Sobre todo cuando, como en este caso, la aportación es propositiva y digna de hacer escuela. No se piense que para los artistas que vienen de otros lugares, ser aceptados en el medio morelense es tan fácil como vini, vidi, vincis, muchas veces se encuentran con un medio reticente, sobre todo entre los jóvenes que sienten amenazado su lugar por la aparición de nuevas figuras de la plástica. No es el caso, Varto ha sido bien recibido y ha expuesto en varias exposiciones estatales, además de impartir, generosamente, clases en su estudio de Santa María Ahuacatitlán.
El talento carente de técnica tiene como resultado una obra inconsistente, la técnica sin talento ofrece un resultado falto de emoción plástica, el vacío más o menos decorativo de muchas obras de pintores contemporáneos.  En la obra de Varto  talento y técnica aunados logran generar ese codiciado fenómeno llamado Arte.
José Luis Varto posee ese don innato que nace en la percepción del entorno; la mirada profunda, analática, sensual y la capacidad para reconstruir, abstraer y traducir lo visto en sabias pinceladas de rico colorido y justa composición. Su trayectoria académica lo revela como extraordinario dibujante y retratista de líneas  fuertes o finas, pero siempre dúctiles y seguras.  El color, en la obra de Varto es un elemento protagónico, hecho de afinidades y contrastes, sofisticado y universal, aún así su paleta es distintivamente mexicana.
Ser un buen pintor, recibir buenas críticas no es suficiente para el artista que busca comunicar su discurso plástico y trascender con su obra, sobre todo en esta época en que el espectador se encuentra sobresaturado de impactos visuales, es entonces que se hace necesaria la búsqueda, abandonar los caminos repetidamente recorridos, para explorar otros senderos. No es fácil, en las artes plásticas, prácticamente todo ya ha sido explorado, los nuevos materiales se van incorporando al lenguaje plástico, casi a medida que surgen, acero, plástico, resinas, y todo lo imaginable es hoy utilizado por los creadores del arte, con mejores o peores resultados, pero eso no es atribuible al material sino a su uso.  La búsqueda de Varto no ha transitado por el uso de materiales novedosos, los suyos son tan simples y conocidos como el lienzo, la madera, la pintura al óleo, su afortunada incursión se refiere más bien a la forma y eso lo relaciona, indefectiblemente, con uno de los grandes de la pintura mexicana: David Alfaro Siqueiros.

EL ORIGEN
David Alfaro Siqueiros (1896-1974), entre sus grandes aportaciones a las artes plásticas  incluye la Poliangularidad, es decir una realización tridimensional de la pintura. La perspectiva renacentista explora solamente las superficies bidimensionales: el panel, el muro, mientras Siqueiros plantea un método pictórico que abarca también los espacios arquitectónicos, plantea la reelaboración de las leyes geométricas para que se trabaje sobre topografías arquitectónicas, cuya suma de planos, pared, suelo y cielos (planos, cóncavos, etc.) en conjunto, forman una unidad espacial que es a la vez cúbica y dinámica. A esto agrega la consideración del espectador como un sujeto móvil, cuyo movimiento dentro del espacio arquitectónico-pictórico hace de la geometría un elemento dinámico, cuyas formas no son fijas, de movilizan y transforman a impulso del recorrido del espectador.
Estas características, en el caso de los murales de Siqueiros se refieren a espacios interiores pero, me pregunto ¿Qué habría sucedido si Siqueiros hubiera podido aplicar sus técnicas a la pintura sobre un grupo de edificios en su conjunto exterior? ¿Habrían acaso surgido grandes esculturas delimitadas por las superficies pintadas? ¿Sería esa la visión del Maestro cuando hablaba de Esculto-Pintura?
Quiero pensar que existe un nexo, estudiado, con la obra de este gran pintor mexicano en la creatividad aplicada  por Varto en la elaboración de su propia obra.

LAS LONARIAS

La pintura es tradicionalmente aplicada sobre una superficie plana, donde la tridimensionalidad aparece sólo como un efecto geométrico y óptico logrado en su ejecución. Por eso me preguntaba yo en el título de este artículo si les hablaría de pintura, escultura o arte objeto, para llegar a la conclusión que esta obra sólo puede ser definida como esculto-pintura, en términos de Siqueiros, o como Lonarias, en términos de su autor.

La Entrevista

Llega un momento en que la obra bidimensional te plantea limitantes, no porque no se pueda simular lo tridimensional, sino porque por perfectos que sean el dibujo y la perspectiva, siempre serán una imitación de la realidad tridimensional en que nos movemos, nos dice su autor, Es entonces cuando surge la necesidad de buscar, de experimentar otras instancias. Así surgieron las lonarias.?
Primero intenté trabajar sobre superficies ya existentes, un jarrón, un zapato, etc. Pero el resultado era siempre el de un objeto artístico limitado a la forma preestablecida del objeto escogido. Sentí entonces la necesidad de crear mis propios objetos, formas libres sin un uso específico que me ofrecieran buenas superficies para pintar. Otra consideración que hubo que tomar en cuenta era el material en que ejecutaría esas formas.  La consideración prioritaria fue que es la tela, el lienzo de pintor, la superficie más adecuada para pintar, un lienzo de buena calidad y bien preparado, donde la pintura se deslice y sea absorbida sólo lo necesario para obtener una buena adherencia.
El siguiente paso fue encontrar el material adecuado para la estructura interior, las alternativas eran el hierro, el aluminio o la madera. Me decidí por esta última, en delgadas varillas bastante flexibles, sobre todo considerando que su peso, muy inferior al del hierro contribuiría a la liviandad de la obra. Luego vino el proceso de experimentar con las formas, de coser el lienzo preparado envolviendo la estructura, con los mínimos cortes para que no se convirtiera en una colcha de parches.
Punto y aparte fue aprender a pintar sobre las lonarias, averiguar cuantas capas de pintura debía aplicar para que no se perdiera el efecto, porque si sobresaturaba de pintura el efecto se volvía acartonado, ahora incluso me doy la licencia de dejar partes en las que casi se transparenta el lienzo, eso hace más liviana la composición y propone un descanso visual.?

¿Hasta que punto puedes prever el resultado final? ¿Existe una concepción previa que te conduzca al resultado final esperado?

Si y no, hago a veces un dibujo previo, pero el capricho de los materiales te desvía muchas veces de ese propósito y me encuentro con que es la propia forma la que me va indicando que y como pintarla, ceñirme a fuerzas a un esbozo preconcebido le restaría espontaneidad al resultado final, pero eso sucede en todas las obras pictóricas, el artista se propone un resultado pero durante el proceso la obra impone su propio camino.

¿Cómo reacciona el público ante tu propuesta?

El resultado es variable, toma en cuenta que el espectador está acostumbrado a comprar un cuadro plano para colgar sobre un muro, mi obra puede ser colgada contra un muro, pender del techo o estar parada sobre una superficie, eso creo que es un poco desconcertante y requiere de imaginación en el uso del espacio donde se va a colocar.

Es muy cierto, en mi pequeña casa, tu obra, una sirena en tonos verde-azul encontró su lugar como elemento único en una trabe blanca. Te puedo asegurar que en un lugar tan atiborrado de cuadros, no hay nadie que no le preste atención y aprecie tu lonaria.
Me imagino que otro problema es encontrar el precio adecuado para una obra tan novedosa que no existen elementos de comparación.

Bueno, un artista tiene una cotización en el mercado, determinada por su calidad y su trayectoria, yo me he preocupado de fijar un precio a las Lonarias de acuerdo a mi propia cotización en el mercado, pero un poco más abajo, para que el público se atreva a comprar algo que es un tanto diferente a lo que normalmente adquiere en cuanto a arte.

¿ Existe el riesgo de que estas piezas sean encasilladas como artículos meramente decorativos?

¿Porqué no? Si tomamos en cuenta que todo arte decora. No es lo mismo un muro pelón que un muro con un cuadro, como tampoco es lo mismo un muro con un cuadro pintado por un aficionado que con un Picasso o un Rembrandt. La diferencia está en la intención con que una obra se ejecuta y finalmente con el resultado que se obtiene. Yo pinto una lonaria como pintaría un cuadro, es una forma de expresar  y comunicar mis pensamientos y emociones. Pero, que decora …¡decora!

Los Resultados
Más allá de la generosa explicación de José Luis Varto, quisiera agregar que los resultados son, desde mi humilde opinión, extraordinarios. Estamos frente a una obra fresca, nueva, de cuidadosa realización.

He visto en una exposición en Punto Rojo, el biombo, cuya foto se incluye en este artículo y he visto a un público interesado dar vueltas y vueltas en torno a la obra, buscando nuevos ángulos, sorprendentes acentos. Obra de gran formato, cíclopes cuyos cuerpos esconden otros cuerpos, mientras sus grandes ojos tristes nos observan, un tanto ajenos a nuestro interés.  ¿El que mira o el que es mirado? Obra expresionista y a la vez mágicamente surrealista, pero lo que me resulta más sorprendente es que dicha obra no haya sido adquirida en la referida exposición. Quizá nos falte la audacia para convivir con semejante pieza pero, puedo asegurarles que esta obra se va a revalorizar en forma exponencial en los próximos años, en la medida de que las lonarias, empiecen a participar en bienales y certámenes en México y en el extranjero.
Me parece necesario recalcar la importancia que la forma, el objeto, tiene para la creación plástica que Varto plasma sobre su superficie, el como cada arista, cada pico, cada hondonada son aprovechados por la rica imaginación del artista, de forma tal que a veces pensamos que se trata de una arruga o pliegue del lienzo para descubrir, en una segunda aproximación que esa arruga, ese pliegue sólo existen como resultado de la magia del pincel, del conocimiento del oficio y el dibujo que el pintor posee.
En algunas obras la carne parece palpitar en la forma de un seno, una pierna, y en otras pájaros o mariposas despliegan alas de exquisito colorido. Ver esta obra en blanco y negro no es lo mismo que verlas a todo color, pero tampoco lo sería con los colores que se logran en una impresión rotativa.

Por lo pronto sólo me resta decirles: Buenas noches y sean felices, por favor.


María Gabriela Dumay
magadu@cuernavaca.com

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